Me llegó un correo que decía que el científico ateo que descifró el genoma humano luego de la tarea realizada se volvió creyente, así que investigué y encontré esta artículo en el sitio: http://www.univforum.org
Creo que lo comparto plenamente:
Soy científico y creyente y no veo ningún conflicto entre ambas visiones del
mundo. Como director del Proyecto Genoma Humano, he dirigido un consorcio
internacional de científicos para descifrar los 3100 millones de letras del genoma
humano, nuestro libro de instrucciones del ADN. Como creyente, considero el ADN
como el lenguaje de Dios, y la elegancia y complejidad de nuestros cuerpos y del resto
de la naturaleza, como un reflejo de su plan.
Durante mi época como estudiante de Químicas, en los años setenta, era ateo,
pues no encontraba ninguna razón para postular la existencia de verdades fuera de las
matemáticas, la física y la química. Pero entonces llegué a la facultad de Medicina y me
encontré los temas de la vida y la muerte al lado de las camas de mis pacientes.
Desafiado por uno de ellos que me preguntó “¿En qué cree usted?, doctor”, comencé a
buscar respuestas.
Tuve que admitir que la ciencia que tanto amaba era impotente para responder a
cuestiones como ¿cuál es el significado de la vida?, ¿por qué estoy aquí?, por qué las
matemáticas se cumplen en cualquier lugar?; si el Universo tuvo un comienzo, ¿quién lo
creó?; ¿por qué las constantes físicas del Universo están tan elegantemente sintonizadas
y ajustadas para permitir la posibilidad de complejas formas de vida?; ¿por qué los
hombres tienen un sentido moral?; ¿qué ocurre después de la muerte?
Siempre había asumido que la fe se basaba en argumentos puramente
emocionales e irracionales, y me quedé asombrado al descubrir, inicialmente en los
escritos del profesor de Oxford C. S. Lewis, y después en muchas otras fuentes, que se
podía construir un sólido edificio que sustentara la plausibilidad de la existencia de Dios
sobre terrenos puramente racionales. Pero la razón sola no puede probar la existencia
de Dios. La fe es razón más revelación, y la parte revelada requiere que uno piense con
el espíritu y con la mente. Uno tiene que oír la música, no sólo leer las notas de la
partitura.
Algunos me han preguntado si no ha estallado mi cerebro, si puedo seguir
intentando comprender el funcionamiento de la vida usando las herramientas de la
genética y la biología molecular y, al mismo tiempo, adorar a un Dios creador; si no son
incompatibles la evolución y la fe en Dios, y si puede un científico creer en milagros
como la resurrección.
En realidad, no veo ningún conflicto en estos interrogantes y aparentemente
tampoco lo ven el 40 por ciento de los científicos que confiesan ser creyentes. Sí, la
evolución a partir de un ancestro común es claramente cierta. Si hubiera alguna duda
persistente sobre la evidencia del registro fósil, el estudio del ADN proporcionaría la
prueba más fuerte posible de nuestra relación con todos los demás seres vivos.
Pero, ¿por qué éste no podría ser el plan de Dios para la creación? Cierto, es
incompatible con una interpretación unilateral del Génesis, pero hubo muchos antes de
Darwin, como san Agustín, que consideraron imposible estar seguros exactamente de
su significado y de lo que se suponía que era la historia de la creación.
He visto que hay una maravillosa armonía en las verdades complementarias de la
ciencia y la fe. El Dios de la Biblia es también el Dios del genoma. Puede ser
encontrado en una catedral o en un laboratorio. Investigando la majestad de Dios y la
impresionante creación, la ciencia puede de hecho tener un motivo de adoración.
El Sibarel, no me canso de creer en Dios, lo encuentro mucho más probable que su complemento.