Por Sibarel
Este ensayo sobre la VIDA se basa en el trabajo de Antony
Flew y su libro intitulado “Dios Existe”, porque plantea y sintetiza muy bien
mis propios pensamientos, es decir, estoy de acuerdo con lo que él expone. Y en
particular me referiré a la síntesis que presenta en el Apéndice A - El Nuevo
Ateísmo: Una aproximación crítica a Dawkins, Dennett, Wolpert, Harris y
Stenger.
Esta Hipótesis II se hace cargo de la segunda de sus 6 ideas
que evidencian que creer en Dios es más lógico que no hacerlo: el origen de la
vida no puede ser la no vida.
Flew nos dice que hay cuatro dimensiones de los seres vivos:
agentes (capacidad de elección), buscadores de fines, autoreplicantes y su impulso
semiótico (basado en ciertos códigos, reglas, lenguaje,
información, control, y la química).
En base a las experiencias con la química y química
orgánica, la ciencia en general basada en la teoría de los grandes números
estima que la vida surgirá de forma natural en un planeta de cada billón y
punto. Pero Flew nos advierte sobre esta especie de pensamiento mágico que nos
podría hacer creer que en otros mundos sí existen los unicornios o el elixir de
la eterna juventud, puesto que aún siendo improbables deberían existir en algún
lugar, según el modelo anterior.
Sin embargo esto no resuelve para nada el tema del código
del ADN, pues se trata de un código muy sofisticado que resulta inverosímil
pensar que se haya podido crear y desarrollar así como así, sin la intervención
de una Mente Suprema. Hay demasiada inteligencia
puesta allí, a un nivel que aún no logramos descifrar por completo, por lo que
se requiere demasiada ingenuidad o demasiada fe para suponer que todo esto es “tan
natural” como inevitable. Flew dice que “le asombra la enorme complejidad
del número de elementos y la enorme sutileza de las formas en que cooperan. La
probabilidad de que todos esos elementos hayan podido encontrarse por
casualidad en el momento adecuado es simplemente minúscula. La enorme
complejidad de los caminos por los que fueron conseguidos los resultados es lo
que me parece producto de la Inteligencia”.
Sobre esto hay un ejemplo que para mi es muy esclarecedor
que se llama “el teorema del mono” que fue refutado por Gerry Schroeder. Este “teorema”
pretende defender la posibilidad de que la vida surja por azar tal como si un
grupo de monos aporreando al azar unos teclados fueran capaces de escribir
alguna vez un soneto de Shakespeare si tienen el suficiente tiempo (en un tiempo
infinito por qué no).
Según Schroeder se realizó este experimento en el British National
Council of Arts, dónde se les pasó un ordenador a 6 monos y los dejaron interactuar
por 1 mes. Estos monos produjeron 50 páginas pero ni una sola palabra ni
siquiera la palabra más corta del idioma inglés que contiene una letra como la “a”
o la “i” (un montón de las letras achoclonadas no sirven).
Al hacer los cálculos para producir una palabra de una sola
letra con un teclado de 30 letras, la probabilidad de producir esto con los
respectivos espacios en blanco antes y después, es de 30 veces 30 veces 30, es
decir, una parte entre 27 mil. Y con esto en mente, Schroeder aplicó el cálculo
de probabilidades para producir un soneto de Shakespeare. Estos sonetos constan de 14
versos, así que escogió uno que empieza por: “Shall I compare thee to summer’s
day?” (¿Te acompañaré a un día de verano?). Este soneto en cuestión tiene
488 letras y para producirlo al azar el cálculo da 26488 lo que en
base 10 sería 10690.
El problema es que el número de partículas del universo (protones,
electrones y neutrones) es de tan sólo 1080, por lo que nuestro
universo se queda corto en 10600 si convirtiéramos cada partícula en
un chip para hacer 488 intentos a una velocidad de 1 millón de veces por
segundo para escribir al azar este soneto, veríamos que el número de intentos
realizado desde el principio del universo sería 1090, por lo que aún
estaríamos cortos en 10600, es decir, este universo debiera ser 10600
más grande de lo que es para poder crear ese soneto al azar.
Definitivamente no es posible creer el “teorema de los monos”
y así mismo no es posible creer que la aparición de la vida pueda ser fruto de
la casualidad, con toda su complejidad de códigos, reglas, lenguaje,
información, control y química.