Tal vez el mejor título para este artículo sería "Síndromes Profesionales", pero decidí acotarlo al ámbito de mi experiencia.
Volviendo al artículo, Munchausen at Work (MAW), allí se explica que son personas que disfrutan con las crisis y las recompensas asociadas a su resolución, ya que esto compensa sus rutinas en trabajos dónde no se sienten satisfechos por su alto nivel intelectual. Es decir, tenemos profesionales que permiten quizás a un nivel subconsciente que se generen estas crisis habiendo podido anticiparlas o resolverlas oportunamente, con el fin de tener la posibilidad de ser finalmente los héroes. Si, lo he visto. Puede ser algo tan simple como una determinada configuración de un servidor que falla, hasta que en plena crisis aparece el salvador que lo resuelve en menos de 1 minuto, etc.
Se recomienda como una posible solución, para estos casos cuando se tiene alguna sospecha, reubicar a los profesionales habitualmente brillantes en cargos de mayor responsabilidad con tal que siempre se mantengan en alerta.
Seguramente este cuadro médico deber tener complejidades aún mayores que no alcanzo a presentar y desarrollar, pero los invito a investigar este tema que de seguro podemos tener muy cerca en nuestros trabajos.
Otros Síndromes
Los "otros síndromes" que he podido apreciar son:- El síndrome del ingeniero agredido
- La histeria ingenieril
El segundo es algo que no deja de sorprenderme cada vez que lo veo en un ingeniero. Se supone que nuestra formación y capacidad intelectual aplican precisamente al ámbito de resolución de los problemas técnicos, y si nos planteamos en un escenario ejecutivo a problemas no operativos que requieren soluciones ejecutivas. Entonces si nuestra vida ha de ser 90% dedicada a resolver problemas ¿cómo puede ser que alguien se desespere, se vuelva "histérico" ante un problema de estos, cuando precisamente recibe un sueldo por dar soluciones? Pero ocurre. Siempre me imagino que es el equivalente a una crisis en una sala de operaciones:
- Ups, corte la aorta!
- Pero que idiota, cómo pudiste y ahora qué vamos a hacer.
- Tú solo me criticas nunca me apoyas, si no me hubieras distraído no habría pasado.
- Qué!, ahora es mi culpa, bla bla bla.
En este último caso, otro artículo de HBR apoya mi visión "The Failure-Tolerant Leader" de Richard Farson y Raplh Keyes (agosto 2002). El fracaso se debe ver como un activo, una inversión para innovaciones futuras. Pero a nivel personal se cuestiona el valor de la persona, su imagen se ve deteriorada, resulta una vergüenza pública. Y es entonces responsabilidad de la EMPRESA corregir estas situaciones si se producen.
El Sibarel