Hace poco viví una experiencia frustrante pero que es muy representativa del “problema” de la comunicación: “No importa”.
Al parece hay conversaciones dónde uno de los interlocutores no está realmente interesado en lo que dice el otro, en realidad no le importa, pero a un nivel subconsciente quizas, y el resultado es el imaginable, el “mensaje” no llega a destino y al final nadie es responsable ni en existe entendimiento posible.
Bueno mi caso fue distinto, me pidieron permiso para una acción “A” y yo dije que no. Como contra respuesta obtuve un “no importa” explícito, y la consecuente realización de la acción “A” que yo había negado. Lo frustrantes de la situación es que yo podía entender que no existía nada que yo pudiera decir para cambiar la situación porque lo que dijar no importaba. Sin embargo había algo que podía hacer y funcionó.
Ahhh la complaudencia… cuántas veces dicha, y jamás comprendida, pasada por alto, olvidada, porque en “esas” conversaciones precisamente “no importa” lo que el otro dice.
El caso más extremo del no importa atenta contra todo principio de negociación “amistosa” y lleva las cosas directamente a un negociacion “agresiva” dónde el torpe que lo provoca no entiende que por lo general eso lleva directo al fracaso para ambas partes, con el agravente que por su complaudencia puede terminar en la calle.
En resumen no a la “autocomplaudencia” ;-)
El Sibarel