Helen Fisher, antropóloga, probó que Magritte tenía razón, no es por la vista que nos "viene" el amor, es por las hormonas y tampoco las feromonas. Es nuestra personalidad la que nos "determina" para una u otra pareja. El estudio sobre 8 millones de personas no puede estar tan errado.
Existen los "exploradores", dominado por la dopamina que los vuelve más expresivos, curiosos, creativos, optimistas, espontáneos, energéticos y muy buenos para las montañas rusa, salto en paracaidas o desde un puente. Se "buscan" entre sí.
También están los "constructivos", guiados por la serotonina, son tradicionalistas, siguen las reglas, son más religiosos, no les gustan las montañas rusas y esas cosas, y obvio, también se emparejan entre ellos.
Luego vienen los "directores", pura testosterona, son lógicos, analíticos y se derriten por los "negociadores", que son intuitivos, muy gregarios y expresivos.
Así que somos lo que es nuestra química interna, y las mezclas de estas categorías también ocurren, ¿que pasa entonces si no tenemos la química correcta? Es el fin del amor, y se debe resolver el problema igual que un proyecto. Es decir, se deben adoptar, generar, los roles que faltan.
Meredith Belbín, estudio los grupos de proyecto exitosos frenten a los otros y concluyó que se necesitan 9 roles, hoy conocidos como roles de Belbín.
Para el matrimonio no hacen falta 9 roles, por lo que nos dice Fisher, se necesitan al menos 2 roles de complementarios como los indicados, así que si tienen la mezcla de sabores incorrecta, recombinense para volver a ser la pareja apasionada de la "primera vez".
El Sibarel, Love Project Manager