Por Sibarel
Este ensayo sobre la CONCIENCIA se basa en el trabajo de
Antony Flew y su libro intitulado “Dios Existe”, porque plantea y sintetiza muy
bien mis propios pensamientos, es decir, estoy de acuerdo con lo que él expone.
Y en particular me referiré a la síntesis que presenta en el Apéndice A - El Nuevo
Ateísmo: Una aproximación crítica a Dawkins, Dennett, Wolpert, Harris y
Stenger.
Esta Hipótesis III se hace cargo de la tercera de sus 6 ideas que evidencian que creer en Dios es más lógico que no hacerlo: hoy somos
conscientes que somos conscientes y aquí está el problema con las neuronas.
Flew nos dice que estamos frente a un problema insoluble una
vez que entendemos la naturaleza de las neuronas: “En primer lugar, las
neuronas no tienen ningún parecido con nuestra vida consciente. En segundo
lugar, y más importante, sus propiedades físicas no dan ninguna razón para
creer que puedan producir conciencia”. Y luego señala que: “La conciencia
está asociada a ciertas regiones del cerebro, pero cuando los mismos sistemas
de neuronas están presentes en el tronco encefálico, no hay ninguna producción
de conciencia”.
Yo recuerdo la historia de mi tío que me decía que el
recordaba en momento en el que andando sobre un triciclo se dio cuenta de que
él existía, es decir tuvo conciencia de sí mismo y esto, aunque no lo
recordemos así por igual nos pasa a todos, es decir, hay un momento a partir
del cuál somos reamente conscientes de nuestra existencia y antes de eso ¿qué éramos?,
¿vivíamos en modo automático?, ¿hubo acaso un cambio neuronal en ese momento?
Esto último no lo creo como explicación y sí así fuera me gustaría ver pruebas de
la neurociencia al respecto.
Según Gerald Schroeder: “No hay ninguna diferencia
esencial entre los constituyentes físicos últimos de un montón de arena y los
del cerebro de un Einstein. Sólo una FE CIEGA e infundada en la materia permite
creer que ciertos trozos de materia pueden repentinamente crear una nueva
realidad que no tiene el menor parecido con ella.”
Al respecto Daniel Dennett plantea que los fenómenos
mentales de la conciencia se pueden reducir a ciertas funciones y por tanto: “Como
estas funciones pueden ser imitadas por sistemas no vivos (por ejemplo, un
ordenador puede resolver problemas), no hay nada misterioso en la conciencia.”
Flew responde que: “El funcionalismo en modo alguno
explica o pretende explicar el estado de ser conscientes de, de saber
sobre qué estamos pensando (los ordenadores no saben lo que están haciendo).
Menos aún consigue decirnos quién es el sujeto consciente, el sujeto
pensante.”
Por otra parte, Sam Harris defiende la realidad suprafísica
de la conciencia: “El problema es que nada en el cerebro, cuando es
estudiado como un sistema físico, declara ser portador de esa peculiar dimensión
interior que cada uno de nosotros experimenta como conciencia… La conciencia
podría ser un fenómeno mucho más elemental de lo que son los seres vivos y sus
cerebros. Y no parece haber ninguna forma obvia de descartar dicha tesis
experimentalmente”.
La conciencia subjetiva se llama qualia y está
absolutamente fuera de las posibilidades de estudio de la ciencia. Entre paréntesis,
el famoso tema de la identidad de género en parte tiene que ver con los qualia,
y por tanto, queda fuera del ámbito científico.
Cuando practicamos meditación podemos finalmente encontrar
al observador, un nivel de conciencia que la ciencia no puede explicar,
pero que si creemos en Dios entonces podremos afirmar sin problemas que estamos
frente al alma (y/o espíritu según las definiciones que cada cual prefiera al
respecto).