La siguiente leyenda, inventada por mí obviamente, es la
historia un Faraón del antiguo Egipto, que un buen lunes por la mañana se
levantó con la idea de construir una pirámide porque, en el sueño que tuvo
durante toda la noche, vio que aquello le daría gran fama por los siglos de los
siglos.
Así que, después de un opíparo desayuno, mandó a llamar al
jefe de los esclavos y le pidió el trabajo para el próximo fin de semana.
El jefe de los esclavos dudó y le recomendó hablar con el arquitecto
que sabía de estas cosas, y así lo hizo, mandó a llamar al gran arquitecto
constructor de pirámides. Cuando por fin le explicó su sueño, el arquitecto le
dijo que era imposible en el plazo de una semana, por lo que el Faraón lo mandó
a decapitar. Luego de ello miró insistentemente al jefe de los esclavos, quién le
aseguró que ya los tenía trabajando.
Al termino de la semana, había una “pirámide” mediana, el
Faraón se alegró, pero su decepción fue aún mayor cuando quiso ingresar a ella.
De hecho, todos se sorprendieron y el más sorprendido fue él, cuando descubrió
que no era más que un montón de piedras apiladas. Por lo que los mandó a
decapitar a todos.
Esto refuerza algo que seguramente ya saben, no hay nada
peor para un proyecto que la gente “Yes-Man”, porque probablemente harán
fracasar las ideas y causar la cólera del jefe o gerente. Lo malo es que muchos gerentes son los que
paren a los yes-man.
Otro de los grandes vicios generados por estas malas
prácticas de gestión son los “Münchhausen-Man” (vale, sí, esto también lo inventé,
pero existen), que pueden ser ingenieros u otros profesionales que padecen del síndrome
del mentado barón, y que son capaces de prever los problemas que generarán los
yes-man, guardando absoluto silencio, pero no pierden el tiempo, claro que no,
ellos planifican soluciones, planes A, B, C, etc. Así que al final, cuando las cosas terminan
mal, aparecen desde una esquina proponiendo soluciones salvavidas que dejan
super contentos a los gerentes y muy mal parados a los demás.
Como vemos, hay a lo menos dos malas prácticas derivadas de
los gerentes que no aceptan un primer “no técnico” por respuesta y que quieren
que las cosas se hagan sí o sí a su modo.
Y finalmente, hay un tercer tipo de personaje
existencialista del cual se debe tener mucho cuidado a la hora de abordar un
proyecto, aquellos que “son pero no son”. Por ejemplo, la digitalización en Chile
empezó hace décadas, digamos que al menos a finales del siglo XX, claro que
nadie le llamaba así entonces. Pero este impulso inicial de llevar computadores
a las oficinas, cobro más fuerza como “digitalización” cuando entraron los “servidores”
y se crearon departamentos de informática, y aún sin hablar de digitalización.
Hoy en cambio ya es un proceso más formal en muchas empresas. El problema es que, si bien en general
nuestros profesionales tienen un muy buen nivel, no todos están bien
capacitados. En el mundo del Data Science, Big Data, Minería de Datos, Inteligencia
Artificial, Machine Learning, Neural Networks y Deep Learning, ¿cuántos
doctores (PhD) en estos temas tenemos vs cuanto encargados de informática que
dicen que “para que nos vamos a complicar haciendo o instalando un sistema nuevo”?
La peor combinación es un gerente ambicioso de proyectos que considera el
aspecto informático como el menos importante, porque si hace pareja con el
segundo tipo de encargado, sólo harán proyectos de mediados del siglo XX y
jamás proyectos del siglo XXI, porque los constructores de pirámides no
necesitaron computadores, ¿cierto? Imagínense lo que hubieran hecho esos
grandes arquitectos si hubiesen tenido nuestra tecnología actual.
Bueno, esto nos trae al título de la canción “Unicornios
o Dragones”, vamos ninguno existe, o ninguno existe hoy. Son fruto de la
fantasía e imaginación, son “proyectos” que si se logran hacer realidad, al
menos en el caso de los unicornios, podrían hacer millonarios a todos los que sean
tocados por el haz de luz arcoíris que sale del cuerno del unicornio, blah,
blah, blah.
¿Cuántos gerentes sueñan con sus unicornios en sus
afiebradas noches de primaveras que no volverán? Como sea, yo no me animo a
trabajar en proyectos unicornios que probablemente nunca vean la luz del día.
Prefiero, si he de trabajar por una fantasía, si he de dedicarme a un sueño,
trabajar por un dragón.
Un dragón, como todos saben, nace de un huevo, por lo tanto,
requiere de un buen período de incubación. Luego, cuando nace, requiere de
educación y disciplina. Y finalmente resulta ser una creatura magnífica, tan
mágica como un unicornio, que si bien es cierto representa un símbolo fálico
importante para Freud, es menos imponente que la sombra de un dragón que vuela
sobre nuestras cabezas anunciando que si quiere nos borrará en un instante de
la faz de la Tierra, todo depende de si le entran ganas o no de escupir fuego.
Así que, no estoy para trabajar en proyectos unicornios, lo
mío no es ser millonario, pero los dragones son otra cosa, son proyectos para ingenieros
vikingos, para gerentes dispuestos a extraer energía solar directamente del Sol
y cambiar las reglas del juego sobre la faz de la Tierra (ya lo había dicho,
pero ahora se explica por qué).