Viendo esta imagen se me viene a la mente una suerte de
iluminación.
Está claro que el propósito de la vida es comer, sobrevivir
y reproducirse. ¿No? Pregúntenle a Darwin.
Pero también podríamos acudir a la pirámide de Maslow, tal
vez algo pasada de moda, pero no del todo obsoleta. Ufff, la insoportable
relatividad del ser.
Sin embargo, esta vez no haremos eso. No hace falta elucubrar
tanto.
En general las filosofías orientales plantean como propósito
el ser feliz, y aunque no es la única opción y rápidamente podemos encontrar 2
más para conformar una triada virtuosa, hoy nos quedaremos sólo con esta opción
que ya conocían los griegos con el nombre de eudaimonia.
Si como, soy feliz, si sobrevivo, soy feliz y si me
reproduzco, soy muy feliz, al menos al principio 😊
Este tema que pudiera parecer algo pueril o muy simple, si
lo miramos otra vez, podremos entender que no tiene nada de simple ser feliz.
En principio, el ser feliz sólo depende de uno mismo y desde
ese punto de vista debiera ser muy factible, pero resulta que si nos pega una
mosca en el ojo ya no somos felices, y nos damos cuenta que de repente una
mosca es la dueña de nuestra felicidad y no nosotros.
¿Dónde está aquello de ser Señor de uno mismo? ¿No somos los
dueños de nuestra felicidad? ¿La felicidad no está dentro de nosotros nada más
y ya? ¿Por qué le doy el derecho a una mosca a definir mi felicidad?
Entender esto es tomar conciencia de que somos mucho más que
simples animales que buscan comer, sobrevivir y reproducirse, que podrá ser lo
más básico de cualquier ser vivo. Nos damos cuenta entonces que ser feliz es un
“trabajo” que es en sí mismo un “imperativo categórico”, ¿a lo Kant?, y que como
seres humanos debemos empoderarnos de nuestra felicidad, si de verdad queremos
ser algo más que animales.
Una vez alguien me dijo que no le interesaba ser feliz, lo
curioso es que era feliz con eso.
Sibarel
