Han dice: “Cuanto más iguales son las personas, más aumenta la producción; esa es la lógica actual; el capital necesita que todos seamos iguales, incluso los turistas; el neoliberalismo no funcionaría si las personas fuéramos distintas”.
Al respecto propone: “Regresar al animal original, que no
consume ni comunica desaforadamente; no tengo soluciones concretas, pero puede
que al final el sistema implosione por sí mismo... En cualquier caso, vivimos
en una época de conformismo radical: la universidad tiene clientes y solo crea
trabajadores, no forma espiritualmente; el mundo está al límite de su
capacidad; quizá así llegue un cortocircuito y recuperemos ese animal
original”.
Nuevamente tenemos dos ideas interesantes para analizar y
reflexionar.
Primero, volvemos al problema que representa el modelo del
neoliberalismo y en este caso una intencionalidad productivo/comercial por la ”igualdad”
como consumidores, dónde las únicas diferencias aceptables son aquellas
comercializables, pues al fin y al cabo las ganancias están en la producción en
masa, de otra forma sería mucho “trabajo”. Pero como dije, creo que sería un
despropósito que todos fuéramos tan endiabladamente diferentes, tan ultra
auténticos, que en todos los aspectos de la vida fuéramos únicos. Eso tal vez
se pueda en el Nirvana, pero aquí me suena a locura. Por tanto como todas las
cosas, el neoliberalismo tienes cosas malas, pero también las tiene buenas.
Básicamente cuando digo que estoy contra el neoliberalismo
es como cuando reconozco que la democracia es una pésima forma de gobierno,
pero todas las demás son peores. Es “malo” el neoliberalismo, requiere varios
actos heroicos para humanizarlo, pero de momento no algo que tenga puras
estrellitas por lo cuál lo podamos llegar y reemplazar. Algunos países tienen
experiencias exitosas en algunas áreas, pero ninguno a mi juicio ha mostrado un
modelo al cual realmente pueda “admirar” y decir que esa es la solución.
En el segundo párrafo por sobre el tapete un asunto que
realmente es clave: “la universidad tiene clientes y solo crea trabajadores,
no forma espiritualmente” vs lo que el llama el animal original. Vamos por
partes aquí. Es cierto, la Universidad ya no tiene alumnos, tiene clientes,
pero eso también pasa en los colegios y es sencillamente terrible. ¡Crea
trabajadores! Esto es aún peor, de verdad. Pero cuál sería la opción.
Nuevamente, no es que esté radicalmente mal y debamos producir un giro en 180°,
no, simplemente debemos hacer algunos cambios “humanizadores” que tengan
sentido para eso que Han llama el “animal original”.
¿Cómo puede contribuir la Universidad al desarrollo
espiritual? En mi caso la Universidad de Chile tenía clase opcionales para
completar determinada cantidad de unidades docentes adicionales, y recuerdo
bien que tome dos cursos de historia del arte y al menos un curso de poesía.
Pienso que así como eso se pueden considerar más opciones. ¿Por qué no generar una
gran bolsa de unidades docentes “espirituales” que pudieran ser intercambiables
entre las universidades? Por ejemplo, si estudio en la Chile, ¿por qué no puedo
tomar un curso de “Tai Chi” que den en la Católica? Primero, superando el hecho
que probablemente un curso así no existe, nuevamente el problema es el modelo,
pero estos casos son posibles de intervenir, de ir contra la corriente y hacer
que funcionen por un bien mayor.
Las universidades e institutos superiores podrían
intercambiar unidades docentes opcionales, es más, así como hoy por hoy venden
miles de cursos light que no alcanzan a ser ni diplomados, que duran 3 meses y venden
a cualquiera que quiera ser su cliente, así mismo podrían compartir esos cursos
“espirituales” con otros que no son estudiantes pero que les gustaría cursar un
semestre para cultivarse, más aún en esta era telemática.
Así que mientras Han ve el vaso medio vacío, yo lo veo medio
lleno, ok, lo mío es por el límite superior del medio, pero es positivo, ¿no?
Sibarel